martes, 19 de junio de 2012

Gravedad I (Raúl)


Aún recuerdo cómo sonaba aquella canción. Todavía soy incapaz de explicar por qué sus notas me provocaron esas sensaciones de cosquilleo, haciéndome perder la consciencia de la respiración, del espacio y el tiempo. Lo que en aquel instante se antojaba como una simple nana poco a poco se fue convirtiendo en el punto de partida de un camino sin metas, agradecido para propios y muy exigente para extraños.
  
Un mundo de sonidos, curvas y colores se abrió a zancadas ante mí. Me consumía el hambre tan voraz por consumir música, daba igual el estilo, estar de moda o no, cantada o “instrumental”, lo que importaba era que esa búsqueda tan ciega me devolviese la experiencia de la noche anterior. Creo que es así, sin darse cuenta, gota a gota, como uno se va volviendo dependiente, compartiendo los buenos ratos y siendo auxiliado en los malos. Bien lo saben los señores Freddy, Jimmy o Paco, por decir algunos de los que en los momentos desmotivados siempre han servido de guía para compartir sus luces y mi sal.

De repente pestañeas y han pasado más de 20 años. No sería capaz de enumerar todas las personas que creí importantes en mi vida, gravitando unas veces más lejos y otras más cerca, si estudié o no para aquel examen, o si esa noche fue tan especial como creo recordar. Después de ese tiempo te das cuenta de que pocas cosas persisten contigo, y menos aún cuando entras en casa y cuelgas la chaqueta con los bolsillos llenos de risas, miradas, experiencias al fin, tintadas con algún prejuicio que otro y por qué no, un poco de amor. Es ahí cuando escuchas aquella nana y vuelves a sentir como el calor de esa noche de verano viaja al presente para recordarte sin saber muy bien por qué, tienes que seguir con esta locura.

¿Quién aguanta más de una hora esperando? Ese fue el tiempo que pasé en la esquina de la ferretería junto al metro de oporto. A punto estuve de firmar mi propia despedida incluso antes de haber empezado. Si me hubiese ido creo que hoy sería más feliz y seguro que tendría más perras, jajaja.

Casi no me he dado cuenta de todas las cosas que han pasado desde ahí hasta finales del verano de 2011, momento en el que decidimos que había que darle un soporte físico a esas canciones que se llevaban fraguando algún tiempo en el local y en algunos puntos del país. Y qué mejor lugar que la casa de uno mismo para sentirse cómodo y emplear las horas necesarias para, por lo menos intentar, que esas ideas que tienes en la cabeza salgan tal y como crees que deben salir… que fácil suena. La verdad es que si no fue en la casa propia, esas rosquillas con sabor maternal lo emularon a la perfección. De finde en finde fuimos completando las letras que forman la palabra gravedad al tiempo que se iba haciendo de noche más temprano, hasta que finalmente decidimos “abandonar” el proyecto en el momento en que creímos más se parecía a la idea original.



Curiosamente me vienen a la cabeza esas pilas infinitas de cd´s, vinilos y cintas, que algunos todavía conservamos, que acaban cayendo en el olvido entre el directo del 86 de “Nipón Maiden” y las bodas de “Cíngaro” de la orquesta de erreteuveé. Qué injusto he sido en muchas ocasiones al no valorar todo el trabajo que hay detrás de cada segundo de cada disco. Estaría más que bien mirar a través del agujero del cd y poder ver un making off en tiempo real de todos los momentos que se han dedicado a ese trocito de plástico. Seguramente empezarían a subir puestos en mi ranking particular discos como el “Made in Parla” o el “Re-toast”.

¡Yo! Que alucinaba con Pantera y Camarón, me imaginaba mi alter-ego musical como Phil Anselmo con un caracolillo, no puedo evitar estar orgulloso de haber esperado en aquella esquina tan “sola” para continuar intentando dar sentido a esa sensación infantil, ya bien a través de estas canciones, de las que ya estaban, y por supuesto, de las que ya empiezan a gravitar.

…Todo empezó allí, donde afloran los sentimientos de independencia de la propia sangre y apego hacia la pasión de una amistad de verano, podría decirse que comenzó entre el odio y el mar.

Raúl